Hace unos días llegó la noticia del fallecimiento de Richard Chamberlain, a dos días de celebrar su nonagésimo primer cumpleaños. Se había ido el rey de las miniseries televisivas. Sin ser un actor especialmente talentoso, tiene en su haber multitud de series, películas y telefilmes en las que, bien como parte del reparto o bien como protagonista, se labró un currículo más que notable. Hay que remontarse a los años sesenta para encontrar su primer éxito catódico en la serie «Doctor Kildare». Allí, Chamberlain interpretaba a un médico joven. La fama fue tal que se generó el correspondiente meme donde los galenos guapos eran comparados con su colega ficticio. En los setenta aparecería en varias producciones de mucho billete como «El coloso en llamas» o la adaptación en dos partes de «Los tres mosqueteros». En la primera es parte de un elenco de lujo; en las otras dos está entre los protagonistas, pues interpreta a Aramis. Curiosamente, las obras de Alejandro Dumas padre se cruzarían varias veces en el camino de don Richard: interpretaría a Edmundo Dantés y a los hermanos Luis y Felipe de Borbón en sendas adaptaciones televisivas de «El conde de Montecristo» y «El vizconde de Bragelonne». Su nombre aparece también en otra ambiciosa miniserie setentera, dedicada a hacer repaso de la conquista del oeste norteamericano, «Centennial» y será este formato el que en la década siguiente consolide su fama, con dos títulos míticos. El primero es «Shogun» la adaptación de 1980 de la novela homónima de James Clavell, en la que Chamberlain interpreta a John Blackthorne, un marino inglés al servicio de las Provincias Unidas que llega al Japón para intentar romper el monopolio portugués. Blackthorne se ve envuelto en una lucha por el poder en el que verá unido su destino al de Yoshi Toranaga, un maquiavélico señor feudal que participa en un intrincado juego de engaño y muerte. El personaje estaba impresionantemente interpretado por el mítico Toshiro Mifune. La serie adapta correctamente uno de los aspectos de la novela, como es el progresivo descubrimiento por parte de Blackthorne de la cultura japonesa de principios del S. XVII y su progresiva conversión en Anjin-San, en un miembro destacado del clan de Toranaga. En ese punto es muy superior a la adaptación de 2024 y Chamberlain está muy por encima de Cosmo Jarvis. Sin embargo, no llega a pillarse en la versión de 1980 el grado de complejidad de las intrigas por el poder que también está presente en la novela. El segundo es «El pájaro espino» adaptación de la novela homónima de Collen McCulough, la cual relata la historia de amor entre un ambicioso sacerdote católico y una de sus feligresas. Emitida en RTVE hace justo cuarenta años, fue un auténtico escándalo en la época. Chamberlain es el padre Ralph de Bricassart, casi exiliado en la Australia de principios del siglo pasado por su exceso de ambición, el cual romperá todos y cada uno de los votos de su condición sacerdotal para ascender en la jerarquía eclesiástica y por amor hacia Meggy Cleary. Gracias a esta serie se generó un segundo meme, al denominar «pájaro espino» a cualquier cura que fuera guapete. Cuando volvió a emitirse en los noventa pasó totalmente desapercibida, al igual que su innecesaria intercuela, producida durante esos años. El cuento había cambiado. Volviendo a los ochenta, el camino de don Richard se cruzó con el de los Go-Go primos y acabaría protagonizando dos películas en las que adaptaban -muy de aquella manera- las aventuras de Allan Quartermain, el personaje creado por Henry Ridder Haggard. El resultado son dos desvergonzadas explotaciones de las andanzas de Indiana Jones, a las cuales emulan -siendo generosos- hasta en la banda sonora. Aventuras hechas con dos duros y comedia a raudales. Voluntaria e involuntaria. A finales de esa década todavía fungiría como señor de las miniseries, con productos como «Wallenberg», «El sueño del oeste» o la primera adaptación de «El caso Bourne», donde tuvo de compañera a Jaclyn Smith, otro icono catódico de la época. El cambio de década llevaría a su última serie televisiva con papel protagónico: «El hijo de la isla» donde interpretaba a un médico que ejercía su profesión en Hawái. Un regreso a los orígenes que marcará su progresiva desaparición de la primera línea. Chamberlain ha seguido trabajando hasta prácticamente su final, pero ya lejos de los éxitos de antaño. Deja tras de sí un legado de obras notables que han acompañado a varias generaciones de televidentes.
Enviado por lcapote a las 01:39 | 0 Comentarios | Enlace
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