Título: Daredevil: Renacimiento Formato: Serie limitada recopilada en tomo en tapa blanda con solapas de la línea “100% Marvel” Autores: (G) Andy Diggle (L) (T) David Gianfelice (C) Matt Hollingsworth (P) Jock Editorial: Marvel Comics / Panini Comics Precio: 10 € Comentario: La miniserie recopilada en este tomo de la línea “100% Marvel” recoge la última historia escrita por Andy Diggle que está protagonizada por Daredevil o, más correctamente, por Matt Murdock, pues el cuernecitos solamente hace su aparición como tal en las portadas originales. Con este relato se cierra la participación del escritor británico en las andanzas del abogado ciego y su alter ego del pijama rojo, al tiempo que se tiende un puente entre las consecuencias de Tierra de sombras y la nueva y luminosa etapa dirigida por Mark Waid. Así pues, si hace unos meses teníamos ocasión de conocer en qué manos quedaba la Cocina del infierno ahora vemos cuál fue el destino de Murdock tras haberla liado parda. El argumento no es lo que se dice original y si no, vean, vean: el letrado invidente llega a patita, cargando con su macuto y con un aspecto penoso a un pueblo polvoriento situado en medio de ninguna parte, donde algo huele muy mal. ¿Cuántas películas del oeste no tienen este inicio o desarrollo? Empezando por el personaje de Clint Eastwood en cualquiera de los espagueti-westerns de Leone y siguiendo con su inspiración, el espadachín a sueldo interpretado por el gran Toshiro Mifune a las órdenes de Kurosawa y pasando por el Kwai Chang Caine de Kung Fu o el David Banner de la serie televisiva de la Masa. Además, tampoco podemos decir que esta situación sea nueva para el sufrido Matt. Su condición de forastero que se mete en líos fue ya utilizada por Frank Miller para un número suelto que fue dibujado por el maestro John Buscema y lo de ejercer de vagabundo después de que todo su mundo se volviera del revés (en los días gloriosos de Ann Nocenti y John Romita JR) tampoco le es extraño. Así pues, nos queda comprobar si, pese a transitar por terreno más que conocido, podemos disfrutar de una historia presentable. Y la respuesta tampoco es excesivamente halagüeña. Como se ha dicho, Murdock llega hecho una auténtica pena a un poblacho donde rápidamente empieza a “hacer amigos”. Dice el proverbio canario que “pueblo chico infierno grande” y si además una parte de los lugareños parecen estar compinchados en asuntos un tanto turbios, la llegada de un tipo llegado desde ninguna parte que luego se revela como la posible identidad civil de un justiciero enmascarado no ayudará a la tranquilidad local. Da igual que Matt, completamente hecho cisco anímicamente hablando, no quiera problemas y reciba como católico de libro un par de galletazos poniendo la otra mejilla. De esta forma, Diggle nos indica que Murdock parece haber renunciado a lo que ha sido su motor principal: la impartición equitativa de la verdadera justicia. Hasta aquí todo parece discurrir de forma correcta, pero como estamos ante una miniserie de pocos capítulos hay que ponerse a trabajar rápidamente. Matt conocerá a un chico ciego cuyo padre también perdió la vida intentando hacer lo correcto. La identificación es tan patente que casi resulta risible, pero para rematar la faena la madre del muchacho tiene que soportar como una ciudadana más el dominio de los bajos fondos para sobrevivir. Aunque el pelirrojo no quiera se ha metido de cabeza en un buen lío y no le quedará más remedio que hacer lo que mejor se le da. Liberar el pueblo puede ser una buena forma de redención porque, no lo olvidemos, nadie mejor que un militante en una religión del libro para comprender los conceptos de crimen, castigo, pecado y perdón. Esta parte es probablemente la más floja por lo apresurado e incongruente de su desarrollo, pero cumple con su función: Matt Murdock tiene que volver a ser Daredevil y éste tiene que volver a su hábitat natural en la ciudad de Nueva York. El dibujante David Gianfelice realiza un trabajo correcto y hasta notable, aplicando un trazo que evoca el de Rick Leonardi, con unas gotas aquí y allá de los días en los que Frank Miller era autor de cabecera en el sector. El resultado final es un tomo que se recomienda a quienes no quieran tener huecos en su colección de tebeos del cuernecitos, pero que es perfectamente prescindible. Lee la reseña en Zona Negativa.
Enviado por lcapote a las 20:27 | 0 Comentarios | Enlace
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