Título: La Guerra del Caos: Los muertos vivientes Formato: Tomo recopilatorio en tapa blanda de la línea “Héroes Marvel” Autores: (G) Fred Van Lente, Jim McCann, Chris Claremont, Louise Simonson (L) Tom Grummett, Reilly Brown, Doug Braithwaite (T) Cory Hamscher, Terry Pallot (C) Andy Troy, Sotocolor, Matt Mila, Val Staples, Rob Schwager, Ulises Arreola (P) Tom Grummett Editorial: Marvel Comics / Panini Comics Precio: 9,95 euros Comentario: Después de haber hablado de la miniserie principal de La Guerra del Caos, hoy toca hablar de tres cabeceras salidas con motivo de la aventura principal, las cuales Panini ha tenido a bien recopilar en un único tomo que lleva por título Los muertos vivientes. En un día tan señalado como éste, víspera de noche de miedo, nada como un tebeo que recopila tres historias donde el denominador común es que están protagonizadas por personajes que están pasando una temporada (más o menos larga) en el otro barrio (que esto es el universo marveliano y la parca no es lo que se dice particularmente competente). La excusa para las tres viene dada por el hecho de que en la colección principal, el ataque de Amatsu-Mikaboshi ha provocado la fuga del avatar de la Muerte, por lo que los vivos no pueden fenecer y los difuntos pueden salir a darse un garbeo. La primera de las aventuras era una miniserie protagonizada por algunos de los Vengadores caídos, los cuales aparecen para encontrar que sus camaradas están en una suerte de estado de coma del que, como se ha visto en la colección principal, solo han escapado unos pocos (como Hércules y Thor). El Capitán Marvel, el Doctor Druida, Grito de Muerte (aquí convertida por obra y gracia del traductor en Grito Mortal), Chaqueta Amarilla y la Visión se convierten en la última línea de defensa de una población indefensa frente a los embates provenientes de las hordas comandadas por el Caos primigenio. Cada uno de ellos presenta reacciones encontradas respecto a su inesperado regreso desde el más allá hasta el más aquí. Los responsables de este primer capítulo son el guionista Fred Van Lente y el dibujante Tom Grummett. Ambos desarrollan un bonito ejercicio de nostalgia bien entendida, pues los personajes tienen el aspecto y la actitud que se les recordaba durante la mayor parte de su carrera en el mundo de los vivos. El Espadachín sigue buscando la oportunidad de redimirse y hacer algo digno; Grito Mortal sigue siendo una adolescente que esconde sus inseguridades bajo una máscara de agresividad; el Doctor Druida sigue siendo profundamente desagradable; Chaqueta Amarilla vuelve a estar en el lugar equivocado en el momento justo. Los dos vengadores restantes constituyen casos excepcionales. El primero es el Capitán Marvel, uno de los pocos difuntos a los que la relevancia de su deceso hace permanecer en el hoyo (quitando ocasiones especiales como ésta) y que, habiendo disfrutado de una vida plena, no concibe su inesperado regreso como una forma de saldar viejas deudas, sino como una ocasión para cumplir una vez más con su deber. El segundo es la Visión, la original (la güena, que dirían algunos) que entre combate y combate reflexona sobre su condición y los elementos que definen la condición de ser humano. El grado de fidelidad a la historia vengadora que presenta el trabajo de Van Lente y Grummett es de tal nivel que, siendo un relato de visitantes de ultratumba, el villano escogido para el reparto de trompadas no es otro que Eric Williams, el Segador. Otro personaje, en definitiva, que entra y sale del féretro como Pedro por su casa y que, por su parentesco con Simon Williams, el Hombre Maravilla, ha sido uno de los adversarios más pertinaces y obsesivos de la galería de enemigos de los Vengadores. Junto a él está su antiguo y no menos perverso amor, Nekra, la cual tiene ciertas cuentas pendientes con uno de los circunstanciales defensores. De las tres historias, ésta es con diferencia la más trabajada, aunque siendo justos, hay que tener en cuenta que los autores (los cuales, repito, han hecho un trabajo sumamente cariñoso con los personajes tratados) contaron con cuatro números americanos para desarrollarla. El segundo de los relatos recupera una de las cabeceras más recordadas de la Marvel de los ochenta: Alpha Flight. Los superhéroes canadienses creados por John Byrne se han convertido en parte de esos personajes de culto que, contando con una afición muy fiel, no es ésta lo suficientemente nutrida como para mantenerles en el mercado durante largos períodos de tiempo. No hay que olvidar que su primer volumen alcanzó la nada desdeñable cifra de ciento treinta números y dos anuales, pero sus incursiones posteriores (alguna perpetrada, más que ejecutada) rara vez han alcanzado los dos años de vida. Por si esto fuera poco, hace unos años, Brian Michael Bendis aprovechó para dar matarile a la mayoría durante el encuentro entre los Nuevos Vengadores y la entidad conocida como el Colectivo, en lo que se considera uno de los actos de muerte gratuita más injustificables y peor ejecutados que se recuerdan. Afortunadamente, eso de haberla espichado no es, como se ha dicho, problema para guionistas con ideas (y para los que no las tienen, pues tampoco) así que nada mejor que una historia en la que los muertos se levantan de sus tumbas para traer de vuelta a algunos de los „alphas” más emblemáticos. Guardián, Vindicador, Shaman y Marrina (que llevaba sobando el sueño eterno más de veinte años) vuelven para ayudar a Sasquatch, Ave Nevada, Estrella del Norte y Aurora a combatir la amenaza que porta el caos. El guionista Jim McCann realiza otro notable ejercicio de documentación al conseguir captar en pocas páginas la esencia de Alpha Flight. Para empezar, trae de vuelta a las Grandes Bestias, los adversarios principales durante los primeros números de la serie original. Para seguir, retrata el carácter conflictivo del grupo, ya que al momento de reencontrarse, pasado el momento de los abrazos, ya están a la greña. El dibujo de Reilly Brown no está muy allá, como es uso y costumbre en el caballero, pero al menos todos los personajes resultan fácilmente reconocibles. Este especial ha servido de prólogo para una colección regular que, desgraciadamente, no pasará de su octavo número. Una lástima, pero al menos la alineación emblemática del equipo canadiense vuelve a estar disponible. La última parte corresponde a la Patrulla-X o, más correctamente, a sus integrantes caídos. Como en el caso de los mutantes el ciclo de muertes y resurrecciones ya ha alcanzado niveles de puro cachondeo, son pocos los difuntos que responden a la llamada a las armas: Ave de Trueno (que también enseñó colores de guerra en Necrosha), Banshee, dos de las Cucos, tres de los duplicados de Madrox y Moira MacTaggart. Una alineación un tanto paupérrima, sobre todo si la comparamos con las anteriores, pero con esos mimbres hay que trabajar, aunque no hayan dado para mucho. Así, Sean y Moira son personajes con cierto desarrollo, pero John Proudstar, los Jamies y las adolescentes clónicas de Emma Frost no es que fueran en vida la alegría de la huerta. A los mandos del guión dos ilustrísimos veteranos de la franquicia: Chris Claremont y Louise Simonson. A los dibujos (muy bonitos, por cierto), Doug Braithwaite. El resultado es una historia cargada de los tópicos habituales, en la que queda patente que los que escriben han vivido tiempos más gloriosos y / o que han hecho este trabajo con el piloto automático. El resultado final es un tomo en el que los lectores más veteranos disfrutarán mucho y que, paradojas de la vida, cuenta con mejores dibujos que la miniserie principal (lo que, dicho sea de paso) tampoco es muy difícil. De paso, ha servido como excusa perfecta para sacar del pudridero a personajes con un tirón relativo, con el fin de colocarlos en nuevas colecciones de la casa. Lee la reseña en Zona Negativa.
Enviado por lcapote a las 12:40 | 0 Comentarios | Enlace
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