Título: Los Nuevos Mutantes. El origen de Legión Formato: Tomo en tapa blanda con solapas de la línea Marvel Gold Autores: (G) Chris Claremont (L) (T) Bill Sienkiewicz, Steve Leialoha (C) Glynis Wein-Oliver (P) Bill Sienkiewicz Editorial: Marvel Comics / Panini Comics Precio: 22,50 euros Comentario: Segunda y última entrega de las historias de los Nuevos Mutantes escritas por Chris Claremont y dibujadas o, mejor dicho, ilustradas por Bill Sienkiewicz. Si en el primer tomo encontrábamos la saga del oso místico y la llegada de Warlock a la Tierra, aquí, con la aparición de Legión, se conforma un tríptico que, veinticinco años después, sigue siendo referente en lo que a innovación gráfica se refiere. El tiempo, como dicen los sabios (y cierto periodista deportivo ahora semirretirado) es ese juez supremo que quita y da razones y con su perspectiva, unos números que fueron denostados en su momento (la afición estaba más acostumbrada a un dibujante más formalito como Bob McLeod) se han convertido en ejemplos de una etapa pródiga en ejemplos de creatividad e innovación. Sienkiewicz dejó de ser en esta serie el caballero que tan bien emulaba al maestro Neal Adams para adquirir un estilo propio donde sus dibujos lograban algo tan difícil como la transmisión de sensaciones. Los personajes no aparecen tal y como son físicamente, sino intelectual y espiritualmente. Esta técnica sera desarrollada en toda su extensión en la aventura recopilada en la primera parte del tomo. El Profesor Xavier y parte de sus nuevos pupilos se dan un garbeo hasta la isla escocesa de Muir, donde Moira MacTaggert, su antigua prometida y ama de llaves de la mansión requiere su ayuda. Allí se encuentra con otra vieja conocida, la diplomática israelí Gabrielle Haller. Su presencia evoca los dias de un Charles más joven que está empezando a soñar con el proyecto que habrá de convertirse en la Patrulla-X y que aún tiene en un tal Magnus a uno de sus mejores amigos y camaradas. Haller tiene un hijo talludito que, sin embargo, padece de autismo desde los diez años. David, que así se llama el chaval, manifiesta unos poderes mentales de gran nivel, lo que unido a ciertos rasgos que don Bill deja aquí y allí (como las tupidas cejas del muchacho) indican que tío Claremont está jugando a lo que mejor sabe hacer: dar a los lectores las piezas del rompecabezas para que saquen sus conclusiones, mientras los interesados principales –en este caso, el profesor calvete- demuestra estar asombrosamente en babia pese a lo listo que dice ser. Xavier afronta la tarea de salvar al hijo de Gabrielle, pero las cosas están mucho más liadas de lo que parece. David sufre además de personalidad múltiple, pues dentro de su majín habitan una nihilista piroquinética, un chuloplaya telequinético y un joven musulmán que comparte con el niño su talento telepático. De ahí que resulte lógico que el chico reciba el nombre código de „Legión”, en honor a la referencia bíblica. El profesor y sus alumnos se darán un garbeo por una mente caótica donde se mezclan todo tipo de recuerdos. Está París, prototipo de ciudad viva, alegre y fascinante (como demuestra Woody Allen en su última película) y también está Beirut, que en los años ochenta era el prototipo de urbe antaño próspera y demolida por una guerra sin fin (los tiempos posteriores nos traerían, desgraciadamente, nuevos y variados ejemplos). Están los terroristas islámicos modelo OLP que tanto se pasearon como villanos por las producciones de empresas como la Cannon. Y, como de costumbre, nada es lo que parece. Solo el talento de maese Bill consigue que veamos en el rostro de David reflejos de las cuatro personalidades en conflicto. Solo ese mismo talente consigue que se perciba el mundo de la mente como algo engañosamente irreal. La segunda pare de la historia nos lleva a lo que hace el resto del equipo, personajes que no han viajado hasta Escocia y que se las han de ver con una de esas sub-tramas que habitaban en las esquinas marvelianas. Aquí, Claremont aprovecha la situación planteada en una miniserie olvidada como La bella y la Bestia (protagonizada por el vengador peludo y por una Dazzler a la que se le había acabado el fuelle casi al mismo tiempo que a la música disco a la que debía su origen). Don Chris hace que la crisis por la que pasa un personaje cuya razón de ser editorial está prescrita y la deja preparada para incorporarla a su Patrulla-X, justo antes de una de sus etapas más memorables. Al mismo tiempo aprovecha para atar uno de sus divertidos cabos sueltos, planteando el destino de un antiguo enemigo de Xavier y de una de sus pupilas, lo que nos lleva al final del tomo. Desgraciadamente, Sienkiewicz se despediría un poco antes y dejaría el puesto a un Steve Leialoha que se encontró con la papeleta de sustituir a alguien con un estilo personal e intransferible, dando como resultado un final que no está a la altura del principio. El origen de Legión es un tomo imprescindible que recoge una de las obras maestras de los ochenta. Cuenta además con la curiosidad de tener por las inmediaciones al Todopoderoso, la entidad divina responsable de las guerras secretas, cuya segunda parte (ejecutada por Jim Shooter y por el incalificable dúo constituido por Allen Milgrom y el citado Leialoha) se cruzó en el camino de Los Nuevos Mutantes. Como siempre en este formato, el problema principal lo constituye un precio que quizá sea excesivo para los tiempos que corren y para los tebeos que contiene. Lee la reseña en Zona Negativa.
Enviado por lcapote a las 16:15 | 0 Comentarios | Enlace
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